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  Realidad Limitada
 

REALIDAD LIMITADA

Nuestra Limitada Percepción de la REALIDAD



El hombre percibe el mundo que le rodea gracias a sus sentidos físicos, la influencia de dicho mundo es quizás lo más importante de su vida.
Pero si prestamos un poco de atención observaremos que no todo lo que nos rodea lo registra o percibe nuestros sentidos.
Echemos rápidamente una ojeada, al espacio vacío que hay entre el libro y nosotros, ¿qué vemos?, seguramente muchos dirán ¡nada!, sin embargo sabemos que, hoy por hoy, científicamente esto no es cierto en modo alguno.
Entre ese espacio, aparentemente vacío, existe una multitud de formas, más o menos sutiles. Están las motas de polvo y algunos ácaros, esta el aire que aunque invisible al ojo, permanentemente presente en la atmósfera.
Pero aún hay más, están miles y miles de ondas de radio y televisión, además de millones de conversaciones de teléfonos móviles.
Vaya, el espacio vacío parece muy congestionado de tráfico de ondas.
Pero si además queremos profundizar un poco más, seremos conscientes que los átomos que formas la partículas del oxígeno, por ejemplo, vibran o mejor dicho, giran incesantemente dentro de su núcleo, los electrones y los protones alrededor del neutrón, y este movimiento produce una finísima fricción que a su vez produce diversos ultrasonidos, que nuestros oídos son incapaces de percibir.
Si siguiéramos investigando, y profundizando en diferentes dimensiones, muy pronto entraríamos dentro del campo de lo extrasensorial, dónde los pensamientos, las emociones y las fuerzas y vidas invisibles ocuparían su lugar en el tiempo y en el espacio que nos rodea. Miremos atentamente a nuestro alrededor, nada es realmente lo que parece ser, y hay mucho más oculto que no percibimos, que lo que a priori o a simple vista parecería haber.
Conocemos el mundo por medio de nuestros CINCO SENTIDOS, y si uno de ellos es defectuoso nuestro conocimiento del mundo también varia.
Estos 5 sentidos todos los conocemos y son:
LA VISTA: Este sentido nos permite percibir, ver, una determinada gama de vibraciones cromáticas.
EL OÍDO: Nos permite oír, una limitada frecuencia de decibelios.
EL TACTO: Relacionado con la sensibilidad de la piel.
EL GUSTO: Nos pone en relación con una delimitada escala de sabores.
EL OLFATO: Este sentido está mucho más desarrollado en los animales que en el hombre. Es un sentido poco utilizado en detrimento de los demás, sin embargo cuando lo utilizamos con plena conciencia nos proporciona un campo de experiencias maravilloso.
"Nuestros sentidos Físicos, son como ventanas abiertas al mundo exterior, que permite al Morador Interno, vislumbrar una pequeña porción de la " Realidad ".
Más allá de esta fracción, encontramos otras "Realidades" más profundas, ya sean químicas, atómicas o Espirituales, de las cuales nuestros CINCO SENTIDOS, por sí mismos, nada saben..." C.
Jinarajadasa, en su libro "Fundamentos de Teosofía" hace una buena y clara exposición de lo que a los sentidos y a su percepción estamos considerando, diciendo así: -Consideremos, por ejemplo, nuestro conocimiento del mundo por la facultad de la vista.
¿Qué entendemos por ver un objeto? Ello significa que nuestros ojos responden a las vibraciones de luz emitidas por el frente del objeto y que nuestra conciencia las traduce en ideas de forma Y color. Por supuesto que nosotros sólo vemos la parte que nos da de frente, nunca el todo, que abarca las partes anterior y posterior.
Esta facultad de ver se debe, pues, a las ONDAS DE LUZ a que responden nuestros ojos. Pero ¿qué es, después de todo, la Luz? Al contestar a esta pregunta veremos enseguida cuán pequeña es la parte VISIBLE del Mundo y cuán grande la INVISIBLE.
La luz es una vibración en el éter, y según su amplitud y frecuencia es el COLOR que produce. La Luz que nosotros conocemos procede del sol, que despide grandes haces de vibraciones de diversos tipos a que llamamos LUZ BLANCA.
Pero si hacemos pasar un rayo de luz blanca por un prisma de vidrio, las partículas de éste dividen cada haz en sus vibraciones constitutivas.
Estas vibraciones percibidas por la retina del ojo producen en nuestra conciencia la sensación del color. Los colores que nuestros ojos pueden percibir son siete: Rojo, Anaranjado, Amarillo, Verde, Azul, Añil y Violeta.
Que con sus matices y combinaciones constituyen los variados colores del mundo en que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
Pero los colores que nosotros vemos no son todos los que existen. Nosotros no vemos más colores que aquellos a que nuestros ojos pueden responder, y como sabemos, la respuesta de nuestro ojo es muy limitada.
En el espectro podemos ver los colores desde el rojo hasta el azul y después el violeta, pero pocos de nosotros pueden percibir el añil entre el azul y el violeta.
Podemos responder a las vibraciones solares en el éter y percibirlas como colores siempre que su número no baje de 15.000 por centímetro (rojo) o exceda de 25.000 (violeta), pero un pequeño experi-mento nos mostrará pronto que antes del rojo y después del violeta existen vibraciones que se nos traducirían en colores si pudiéramos responder a ellas,
vemos: Si hacemos que un espejo ustorio refleje los rayos infrarrojos del espectro -nuestro ojo no los percibe- y ponemos fósforo en el punto de su convergencia, el calor lo encenderá, lo que indica que antes del color rojo hay en el espectro vibraciones que producen calor.
De la misma manera, si en el otro extremo del espectro interceptamos por una pantalla los rayos violetas y en el espacio que les sigue, donde nuestros ojos no ven color alguno, colocamos un disco o pantalla cubierto de cianido de platino, arderá el disco por la acción de los rayos ULTRAVIOLETA.
Hay, pues, en los rayos solares INFRARROJO y ULTRAVIOLETA colores que nuestros ojos no perciben y que si estuvieran al alcance de nuestra vista nos traerían la evidencia de que en la naturaleza hay nuevos colores y nuevos matices.
Esta simple observación ya de hecho nos muestra que nuestra percepción de la realidad es limitada e inexacta.
También nuestro sentido del oído es limitado: hay sonidos demasiado agudos y demasiado graves para que nosotros los podamos oír.
El sonido se produce por ondas aéreas, de las que la nota más baja de un órgano ordinario produce 32 por segundo y la DO más alta 4,224.
Nuestro oído responde a los sonidos cuyo número de ondas oscile entre estos dos extremos, pero los hay de menor y mayor frecuencia, aunque no podamos oírlos por más que se produzcan en nuestro alrededor. Supongamos que un péndulo vibra a un ritmo de dos oscilaciones por segundo, con lo que se consigue la primera octava; cada vez que el ritmo se duplica en aceleración - cuatro, ocho, dieciséis, etc.,- tenemos una octava más.




Cuando se llega a la quinta octava con un ritmo de frecuencia de 32 vibraciones por segundo y una longitud de onda de 10,63 mts, se oye un sonido muy bajo. Cuando se alcanza la décima quinta octava con una frecuencia de 32,786 vibraciones por segundo y una longitud de onda de 10 mts, el sonido se extinguirá para nosotros, empezando el ultra sonido - que ciertos animales pueden percibir -.
Después se transforman las mismas vibraciones en ondas de radio y onda corta, transformándose en calor al llegar a 40 octavas y posteriormente en infrarrojos, hasta que llegamos a la octava cuadragesimonovena.
Aquí son nuestros ojos los que responden y comenzamos a "ver". Allí las ondas van decreciendo en longitud, de 78 millonésimas de centímetro (0,000038 ctms), es decir desde los rayos rojos y pasando por los anaranjados, amarillos, verdes, azules e índigo, hasta llegar a los rayos violeta, que marcan el limite de la visión humana.
El diagrama se expresa con bastante claridad. Las vibraciones clasificadas por la ciencia oscilan, en cuanto a la magnitud de onda, entre 400 y un cuarto de millón -las producidas por las radiaciones del hidrógeno bajo la influencia de una descarga eléctrica- por pulgada (25'4 mm.). Nosotros respondemos a poco más de la novena parte de todas estas vibraciones con los sentidos que poseemos.
En otras palabras, del mundo que nos rodea, descubierto por la ciencia sólo conocemos una octava parte, y las siete restantes permanecen ocultas para nuestra conciencia, y aún así creemos verlo TODO como realmente es... Supongamos también que nuestros nervios estuvieran organizados de otro modo, que no respondiesen a las ondas de luz, pero sí a las eléctricas. ¡Qué diferente sería entonces el mundo que nos rodea! Por más que el sol brillase para nosotros, no lo veríamos; la atmósfera que nos rodea sería opaca; pero donde quiera que hubiese un fenómeno eléctrico, veríamos.
Un hilo telefónico sería un hueco por medio del cual veríamos el mundo exterior, nuestras habitaciones estarían alumbradas, no por la luz de una bombilla eléctrica, sino por hilos eléctricos extendidos por las paredes.
Realmente si nuestros sentidos respondiesen a las ondas eléctricas, ni siquiera necesitaríamos hilos, veríamos por la luz emitida por los PROTONES y ELECTRONES de que se componen los átomos. No tendríamos alternativa de noche y día, mientras los electrones y protones girasen en sus revoluciones siempre sería de día. Poco a poco vamos comprendiendo que vivimos en un mundo de ILUSIÓN, que tiene poca semejanza con lo real. Ciertamente nos parece ver muchas estrellas en el cielo, pero (éstas no están donde a nuestros ojos parecen estar, ¡y claro acaso algunas no existen ya!.
Por otra parte nos parece que nuestro cuerpo es sólido, pero la ciencia nos dice que toda la materia realmente sólida que contiene cabría en un dedal.
Sabemos también que el tacto, el gusto y el olfato apenas hacen más que darnos informaciones valiosas para nuestro bienestar físico.
Hemos visto que nuestro sentido del OÍDO abarca once octavas de vibración desde 16.000 a 32.000 vibraciones por segundo, pero muchos mamíferos, aves e insectos pueden captar sonidos que están mucho más allá del límite que alcanza nuestra facultad.
El CONCEPTO que ellos tienen de la REALIDAD de la Naturaleza es con toda seguridad diferente al nuestro. Por otra parte, de 60 o más octavas conocidas de ondas radiantes, ¡ el ojo humano solo puede captar UNA ! Y por desgracia o por suerte dependemos más de la vista que de cualquier otro sentido.
Tal es exactamente el principio fundamental de la CLARIVIDENCIA. Nos rodean muchos tipos de vibraciones a que el mortal en general no puede responder.
Está ciego, inconsciente, respecto a una parte del universo, dispuesto a revelársele si él fuera capaz de responder a sus vibraciones. Pero el Clarividente responde y por lo tanto VE más del mundo real que el que no lo es.
Por supuesto que no todos los clarividen-tes son iguales en responder al mundo invisible: unos ven poco y otros mucho; unos adquieren un concepto claro de lo que ven y otros confuso e incoherente.
Pero el principio de la clarividencia es exactamente el mismo de la visión ordinaria. Aún no conocemos qué desarrollo especial de los nervios y de los centros cerebrales es necesario para responder alas vibraciones del mundo invisible, pero la ciencia del mañana nos la descubrirá, descubriéndonos científicamente la "FISIOLOGÍA OCULTA DEL CEREBRO" y pondrá el mecanismo de la clarividencia más a nuestro alcance que lo está hoy.

El Teósofo C. Jinarajadasa agrega, respecto a su propia experiencia: “Al hablaros de este mundo más extenso e invisible que nos rodea, no lo hago de segunda mano, sino también por propia observación y conocimiento.
No sé lo que hay de especial en los centros de mi cerebro; pero es un hecho constante de mi conciencia que en todo mi alrededor, a través, dentro y fuera de todo, existe un mundo invisible, muy difícil de describir.
Su visión apenas requiere esfuerzo de voluntad; no necesito mayor concentración que la de la vista física para ver un objeto.
Es indiferente que los ojos estén abiertos o cerrados puesto que no se ve con ellos. La vista física y la interna son independientes entre sí y, sin embargo, ambas actúan simultáneamente. Mi ojo ve el papel en que escribo esto y al mismo tiempo mi algo (no sé cómo llamarlo ve el mundo invisible que hay encima, debajo, alrededor y a través del papel, de la mesa y de la habitación.
Este mundo es luminoso, y parece que todo punto de este espacio es un manantial de luz propia, diferente de la del mundo físico.
Todo su espacio está en pleno movimiento; pero que sugiere de un modo confuso e indescriptible la idea de la Cuarta Dimensión”.

La Ciencia esotérica nos enseña que existen SIETE PLANOS en relación especial con el hombre y el sistema Solar, y todo individuo y toda entidad tiene en ellos alguna fase de su vida. Hay diferentes maneras de expresar con palabras los diferentes estados de la materia y de la energía.
Dependiendo de la escuela esotérica, religión o creencia, estos diferentes niveles pueden ser descritos como: PLANOS, DIMENSIONES, ESTRATOS, REINOS, MORADAS, NIVELES, MUNDOS, REGIONES, etc.
Nosotros preferimos utilizar la definición de Planos o Mundos, y es importante comprender que cuando nos referimos a dichos “Planos” o los vemos reflejados en diagramas, así como en cuadros o dibujos, de ningún modo deben ser tomados como mapas o realidades superpuestas, ya que la necesidad de representar los planos como "ESTRATOS", cuando en realidad se INTERPENETRAN, y de describir la posición física de las cosas que existen sólo en materia etérica o mental, imposibilita hacer una ilustración gráfica con precisión.
Como resumen que sugieren realidades, los diagramas son de gran valor para quienes los emplean correctamente.

 
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